Ser una persona positiva es un valor que permite observar las situaciones de la vida desde diferentes miradas. Esta capacidad es importante desarrollar para encontrar recursos internos ante las dificultades. El famoso “vaso medio lleno” es la clásica característica de las personas que le buscan la vuelta al obstáculo.
Hasta aquí, es un recurso que vale la pena poner en práctica. Sin embargo, en los últimos tiempos vengo observando una tendencia al exceso de positividad, que muchas veces linda en la negación. Cada vez, con mayor frecuencia recibimos infinidad de mensajes que podrían sintetizarse en “Tres pasos para ser feliz”. Quiero aclarar que no es una crítica al intento, es un llamado a no negar que el dolor es parte de la vida, que necesitamos enfrentarlo, abrazarlo para comprender con mayor profundidad como cambiar la mirada y encontrar el lado positivo.
Cuando se transforma en lo único, perdemos perspectiva.
El dolor es un gran maestro. Nos lleva a mirar para adentro, a compartir con otros, a saber, que no estamos solos. No es fácil transitarlo, pero al reconocerlo, nos encontramos con nuestra vulnerabilidad.
En estos tiempos seguimos transitando el duelo por todo aquello que ya no será como antes, muchas han sido las pérdidas de toda índole. Necesitamos rencontramos con nosotros y los otros. Habitemos el dolor y la alegría y en la conjunción de ambas encontraremos ese lado “positivo” para seguir adelante.
