Acompañarnos en el camino

La vida es un camino que comenzamos a transitar sin ser conscientes del recorrido.

En cada paso, en cada momento miles de situaciones se nos van presentando sin darnos cuenta del entretejido que comienza a formarse. Hay diferentes personas que nos van acompañando, algunas solo serán de “ese” momento de la vida, luego cada uno seguirá sus pasos.

Otros apenas nos tocan y algunos ni siquiera los vemos. Hay personas con las que decimos intentar perdurar en el tiempo, son aquellas con las que en el momento que se cruzan algo nos modifica, ya nada es igual. Son aquellas que nos interpelan, nos hacen mirar desde otro lugar, nos alegran, nos enojan, nos entristecen, nos atraviesan. Son con las que formamos un vínculo.

El vínculo es ese hilo invisible que nos une al otro. En el correr de la vida ese vinculo se va acrecentando, a veces cortando y otras volviendo a unir. Es un acompañarse al compás de los ritmos de la vida, con encuentros y desencuentros con distancias y acercamientos. Sin embargo, tiene una base fundada en la confianza, que nos lleva a seguir creyendo en lo posible, que nos da fuerza para saber esperar en los momentos de tormenta.

Acompañarse es la clave, conocer las diferencias nos ejercita en el respeto, como en una danza donde los movimientos implican ceder, llevar, entregarse, seguir, hasta encontrar ese ritmo propio, único. Hay un antiguo refrán que dice:
“Lleva tiempo saber quién eres, pero el tiempo recompensa la búsqueda”.

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