La vida es como los paisajes

Van cambiando en sus formas, sus colores, su estructura en un proceso pausado y casi imperceptible. Desde el momento en que nacemos ya comenzamos ese camino de transformación.

Somos parte de la naturaleza, sin embargo, en los últimos tiempos nos hemos alejado de nuestra esencia, nuestros tiempos y nuestros ritmos. En ese paisaje dinámico muchas veces nos perdemos en el laberinto de nuestros pensamientos, inseguridades e inclusive proyectos.

Nos quedamos suspendidos en ese espacio y tiempo sin tiempo, enredados en que pasará, como será si… y así no captamos lo que nos está sucediendo. Nos perdemos en la velocidad que nos presenta el mundo, y creemos que solo el hacer da sentido, da pertenencia y nuevamente entramos en un laberinto que angustia, que nos oscurece, y nos disuelve.

Volver a mirar el paisaje, detenernos, pausar, animarnos a entrar en nuestro paisaje, en silencio, y simplemente observar. Descubrir en ese nuevo cuadro aquello que nos asombra, que nos sorprende, para poder despedir aquello que ya no volverá.

El paisaje ya ha cambiado, sumergirnos en él es darnos la oportunidad de comenzar a transitar el camino de la aceptación y el reconocimiento, es sentirnos parte de ese todo. Donde sólo el pertenecer ya le da sentido a nuestro peregrinaje.

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