A un año del inicio de un nuevo paradigma

Y sí, pasó un año. Observo por la ventana y otra vez la naturaleza comienza a anunciar el inicio de un nuevo ciclo, los colores van cambiando sutilmente, el aire fresco nos invita abrigarnos, los días se acortan.

Hace un año comenzaba este tiempo de otoño con un movimiento mucho más profundo que sacudió a la humanidad. Un virus, pequeño, invisible comenzó a atravesarnos de una manera inédita, de pronto el mundo, el planeta se paralizó al unísono. Se produjo un silencio como nunca había experimentado la humanidad en su conjunto. De pronto nos encontramos con nuestros vínculos primarios cara a cara, tuvimos que acomodarnos a una situación “nueva” para todos. Nadie, sabía realmente que hacer. El tsunami emocional se apoderó de cada uno. Era el inicio de algo nuevo. Cada uno se enfrentó consigo mismo, por primera vez la humanidad se encontraba sin respuestas. Lo que hasta ahora había servido ya no respondía a las necesidades que iban surgiendo. El dolor se fue haciendo carne en cada uno de una manera diferente. El duelo ante la pérdida de lo conocido se fue sintiendo día a día en el cuerpo y en el alma.

Cada uno fue desplegando sus propios recursos como pudo, algunos ordenaban, otros daban su tiempo para acompañar el dolor. Cada familia se fue reacomodando a horarios, de una manera superadora. Los colegios se rearmaron ante la nueva situación. La tecnología pasó a ser el centro y el medio para mantenernos unidos en la distancia. Las paradojas comenzaron a instalarse.
Y pasó un año, el cansancio que significó adaptarse a la nueva situación se siente hoy con más fuerza. Una de las paradojas, fue el cuerpo, el que, en nombre de cuidarlo, dejó de ser acariciado, dejó de tener el con-tacto necesario como el alimento, el que nos vincula con los otros. Y está bien, pero recordemos que nos necesitamos, el Otro no es un enemigo.

También apareció el miedo, como un monstruo que nos persigue, y generó una enorme parálisis que en muchas situaciones llegaban a lo irracional. Se despertaron sentimientos y emociones que estaban dormidas.

El tiempo fue pasando a una velocidad nunca vista. A pesar de que antes de la pandemia ya veníamos demasiado rápido sin poder ver con claridad el camino.
Y pasó un año, también de oportunidades. Y quizá sería importante darnos un tiempo para preguntarnos, ¿Qué aprendimos hasta ahora? ¿qué cosas descubrimos de nosotros? ¿qué estamos priorizando?

Seguramente no es fácil encontrar rápidamente las respuestas. El cansancio del que hablábamos no nos permite escuchar con claridad. Sin embargo, es importante que nos demos pequeños momentos para recordar. Recordar significa pasar por el corazón, quizá esto nos lleve aquellos recuerdos sentidos, vividos para traerlos a la memoria.

La pandemia continua, el cansancio está presente, de todas maneras, este tiempo es una gran oportunidad para preguntarnos ¿cómo estamos viviendo? ¿cómo queremos vivir? Transitar hacia un nuevo paradigma no es fácil. Una pequeña propuesta es ir día a día, paso a paso. El aporte que cada uno pueda dar en este tiempo es clave y para esto necesitamos estar internamente en calma, para ver con claridad el nuevo tiempo. No perdamos la esperanza. La Vida continua.

Volver arriba