La violencia: el grito silencioso

Las relaciones humanas muchas veces tienen componentes que cuesta decodificar, sin embargo, hay formas de vinculación que pueden llevar al desgaste y destrucción de la persona. En la actualidad el tema de la “violencia” se ha instalado socialmente en todas sus formas. Hoy hemos logrado que de este tema se hable, y en este sentido es todo un avance. Sin embargo, al referirnos a la violencia de género hay un punto que no podemos descuidar y que se encuentra circunscripto a la llamada violencia doméstica. Aquella que ocurre puertas adentro, en un terreno muy íntimo como es la familia.

Es importante tener en cuenta que cuando nos referimos a la violencia dentro de una familia hay muchas formas de “violentar” al otro. Muchas veces nos quedamos con las imágenes extremas y tremendas del golpe físico, aquella que deja una clara huella en el cuerpo. Pero pocas veces consideramos otros tipos de violencia que dejan marcas, aparentemente no visibles pero sostenidas en el tiempo. Estas “marcas ”se instalan en el plano emocional y se manifiestan en el modo de vinculación afectiva, es por este motivo que tienden a repetirse si no se hacen conscientes, son heridas invisibles. Me refiero a la violencia verbal y no verbal.

El maltrato psicológico es un tema del cual se habla mucho pero pocas veces se profundiza en su manifestación. La pregunta que surge es ¿Por qué cuesta tanto reconocerlo? Principalmente porque la persona que agrede de esta manera no deja rastros visibles del mismo. La manipulación es progresiva y el arrepentimiento aparentemente convincente.
Uno de los principales problemas es que comienza de una manera muy sutil, casi imperceptible, falta de respeto, insinuaciones, mentiras, son algunos de estos los componentes.
A esto hay que agregarle que generalmente la “victima” no lo percibe, es decir no se da cuenta del nivel de manipulación. Es más, muchas veces se pregunta “¿Qué hice mal?” se siente responsable de las palabras de su agresor.

Esto sucede porque el vínculo de afecto es muy fuerte y produce una mezcla de fascinación, seducción y miedo. Tres componentes que actuando en conjunto ponen a la víctima en una situación de parálisis emocional. Este bloqueo va desbastando la autoestima personal, llevando al aislamiento y al temor a contar las situaciones vividas. Aquí es donde se va generando un círculo vicioso, a más manipulación, más poder sobre el otro y por lo tanto más violencia. El problema es que no quedan evidencias claras, pero si registros internos, lentamente el agresor se va apropiando de la vida del Otro. Las escaladas comienzan a ser cada vez mas altas, sumadas muchas veces, a la fantasía que todo cambiará y no habrá una próxima vez.
Es fundamental tener claro que este tipo de violencia tiene la característica de ser sostenido en el tiempo y que el agresor se maneja de esta manera en otras relaciones, laborales, familiares no solo en la pareja.

Podemos decir que existe agresión psíquica cuando el comportamiento de un individuo atenta contra la dignidad de otro. El pedido de ayuda es clave para poder romper con este círculo que muchas veces se ve retroalimentado.

El problema es quienes padecen de estas situaciones están “con-fundidos”, es decir fusionados con la situación negando la violencia que están viviendo. El contexto y el entorno social de la actualidad no colabora con la posibilidad de salir de este estado confusional.
La sociedad en muchos sentidos avala la violencia desde el momento que no puede reconocer y diferenciar al Otro como una persona íntegra que atraviesa de fondo los mismos miedos, alegrías, deseos, solo que vividos de manera diferente.

En este sentido la responsabilidad social, es de todos, y para esto es fundamental comenzar a trabajar a fondo con lo contrario a la Violencia es decir el Respeto. Este valor que se ha perdido y que justamente tiene que ver con la capacidad de reconocerse y reconocer al otro. Aquel que es capaz de verse a sí mismo y valorarse será capaz de valorar al otro por lo que es. Este es el antídoto, dependerá de cada uno, lo que hagamos para colaborar, en que la violencia en todas sus formas pueda tomar otra dimensión.

Es tiempo de parar, reflexionar y reconocer la dignidad personal. La autoestima es vital para poder valorar la propia vida basada fundamentalmente en el Respeto.

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