Sí, en los últimos tiempos, se observa una fuerte tendencia a romper con los #mandatos, las #creencias, todo aquello que de alguna manera fuimos aprendiendo, nos fueron enseñando, con la intención de dar lo que en ese tiempo se consideraba lo mejor.
La vorágine de “vivir el hoy” “sé feliz” se ha transformado en un nuevo mandato donde no hay lugar para el #sufrimiento y el #dolor. La exigencia es cada vez más alta. Esta “carrera en búsqueda de la felicidad” solo lleva a un profundo estado de soledad e imposibilidad. Las imágenes nos confunden, comenzamos a creer que, si no cumplimos, quedamos afuera. La pregunta sería ¿afuera de qué?
Abrirse a la posibilidad de preguntar y preguntarse es una tarea que requiere de un enorme desafío: conectarse con el dolor y la angustia ante las situaciones que nos tocan vivenciar.
Vivir es un proceso donde el dolor, el sufrimiento, el logro, la satisfacción, la alegría conviven en una danza continua que nos permite seguir caminando.
En este nuevo mandato de Sé feliz, negamos el proceso, negamos parte de la nuestra naturaleza humana.
Animarse a transitar y convivir con el padecimiento, paradójicamente nos permite descubrir el propio sentido de nuestra vida.
Quizá sea tiempo de animarnos a parar, a observar y preguntarnos:
¿qué estamos buscando? El dolor es parte de la vida y quizá la felicidad es ponerse en camino.